sábado, 21 de febrero de 2015

¿Capitalista? o ¿expresionista...?

Guatemala, ¿capitalista? Jajaja

Mi país, Guatemala, si bien es reconocido dentro del consorcio de naciones como capitalista, sin duda le cae mejor el mote de: EXPRESIONISTA.

Y no porque la mayoría de su población se dedique a esa rama tan singular del arte, sino porque, acá, la libertad de expresión es muchísimo más importante que la libertad de trabajo honesto y honrado.

No pocos, con exceso de miopía sin duda, ven la libre expresión del pensamiento como el umbral de las libertades, sin percatarse de que antes del derecho a gritar: "me muero de hambre", el ser humano debe tener el derecho a construir su sueño económico a través del trabajo honesto y honrado. En nuestro caso: el sueño chapín. O cuando menos, a no tener hambre.

Sin embargo, ante la miopía que prevalece, y por supuesto, su presión sobre las autoridades, incluso desde el extranjero, el andamiaje jurídico del país pondera muy por encima de la libertad de trabajo, la libertad de expresión.

La mayoría de la población guatemalteca afronta severos problemas económicos, principalmente: desempleo y alto costo de vida. Y de ninguna manera los procesos de creación y desarrollo de empresa favorecen al más necesitado, ya que desde el gobierno central tanto como desde los gobiernos municipales, mediante reglamentos y diversas leyes, se veda legal, pero sin moral, y más aún, sin conciencia social alguna, esa libertad del individuo para realizar un trabajo honesto y honrado.

Estos entes de autoridad hacen, de verdad, inalcanzable esa alternativa para el desempleado, sin embargo, lo premian otorgándole el derecho de libre expresión, y que pueda entonces gritar: me muero de hambre. Una locura. ¿No creen? Y eso, de no ser que lo orillen a delinquir en procura de algún sustento.

No. No es sólo en Guatemala, por supuesto.  Sucede en la mayoría de países "capitalistas". Pero, ¿cómo ser capitalistas cuando lejos de incentivar y fomentar el desarrollo de capital, se coarta y delimita, cuando no a todas luces se trunca? Inaudito. O es acaso que el objetivo del capitalismo es cuidar los capitales ya formados, vedando a otros seres humanos formar parte del tal. No lo creo, pero la lógica del proceder político descrito así lo parece no pocas veces.

Por otro lado, bien sabemos que iniciar un negocio no es sacarse la lotería. De ninguna manera. Todo mundo puede iniciar un negocio. Máxime si hablamos de un pequeño negocio. Sin embargo, hacerlo rentable y crecer en el corto plazo es lo realmente difícil. Y es esto, ese temor al fracaso lo que más impide el emprendimiento familiar o casero, si se le puede llamar así al emprendimiento que me refiero. El de una o dos personas, quizá tres, que se jugarán al azar del mercado el dinero del día, de la semana o del mes al fabricar algún producto para ofrecerlo a la venta.

Y es lógico y sensato que exista dicho temor al fracaso. La misma teoría señala que más del 90% de nuevos productos, entiéndase por extensión empresas, fracasan en el primer año de operaciones. De tal suerte, a ese emprendimiento minúsculo, lejos de perseguirlo y combatirlo por las calles, cobrarle algún derecho de plaza, exigirle la extensión de facturas y otras medidas delimitantes, debería proporcionársele la oportunidad durante seis meses para que complete el desarrollo de su producto y mercado.

De igual manera, Salud Pública, que es incapaz de supervisar todos los establecimientos comerciales del país, menos aún su higiene, se constituye en un verdadero obstáculo y no pocas veces razón suficiente para abandonar la faena para quien quiere iniciar un negocio de comida haciendo las cosas legalmente. De tal suerte, lejos de pretender la aplicación de su reglamento, al igual que el municipal, tan estricto e inconsciente socialmente, debería limitarse en el inicio de operaciones a solicitar y examinar muestras de producto, y determinar su calidad alimentaria para ser comercializado en el mercado. La serie de exigencias que solicitan cumplir raya en lo ridículo, máxime por ese no control que tienen de casi el 80%, estimo, de la oferta nacional.

De igual manera, cito los anacrónicos o fraudulentos horarios que se ofrecen en los centros de salud de la capital para realizar el trámite de tarjetas, licencias sanitarias y demás. Amén del misterio que dicho trámite implica, pues no hay un documento escrito en el que se describa con precisión las obligaciones y responsabilidades a cumplir por parte del interesado. Además, sus horarios de atención se prestan para el manoseo de la cosa pública, amén de ser ilógicos e inconvenientes.

Así las cosas, reitero, somos más expresionistas que capitalistas.

Le apuesto al desarrollo del país a través del apoyo y fomento a la libertad del trabajo honesto y honrado. Más allá de simplificando los trámites de formación de empresa, facilitando ese período de cuando menos seis meses para que el emprendedor pueda realmente desarrollar su oferta y conocer su mercado. En paralelo, por supuesto, obligarlo a tomar, sin costo alguno, cursos de salud e higiene, mercadeo, finanzas y demás, en su concepción más simple y básica. E incluso crear, desarrollar o incentivar fuentes de financiamiento adecuadas.

Una secretaría de fomento al emprendimiento, como extensión del ministerio de economía, con el apoyo de las universidades del país y tantos voluntarios como se quiera, pero bajo la dirección de personal calificado y contratado para que el programa sea en realidad un proyecto de nación con réditos, incluso fiscales, en el corto plazo.

¿Sera sensato? ¿O soy el miope?