jueves, 19 de abril de 2018

En relación con lo que sucede en Guatemala.

Responsabilidad social empresarial, sostenibilidad y minimalismo

Hoy día es imposible concebir una empresa que aún desatiende los conceptos de sostenibilidad y minimalismo.

Más allá de las sociedades en evolución, las empresas exitosas paulatinamente se han percatado de la enorme importancia y valor que los recursos poseen, desde el capital financiero mismo hasta aquellos aparentemente insignificantes como parecieran serlo un lápiz, una hoja de papel, un foco encendido sin necesidad alguna y muchas similares. Incluso lo que durante muchos años fue basura.

Sin embargo, considero primordial destacar que la sostenibilidad a largo plazo tanto como el minimalismo han sido conceptos de interés por parte de la humanidad desde tiempos remotos, principalmente, aunque no excluyentemente, por los seres humanos más privados de recursos, los multicarentes, quienes más por imposibilidad real que por sabiduría o exceso de conciencia alguna, han tenido que vivir cuidando y apreciando los recursos en su justa dimensión para asegurarse la diaria sobrevivencia a la vez que algún plazo esperanzador de vida, tal cual hoy la responsabilidad social empresarial, el minimalismo y la sostenibilidad pregonan.

Sin duda, el insultante derroche y desperdicio de recursos observado durante la última mitad del siglo pasado como consecuencia de la ignorancia e indiferencia del ser por el ser, tanto como por la abrumadora presión social por destacar y ser  reconocido como “alguien” a cualquier costo, principalmente a través de sólo desarrollo económico y riqueza material, finalmente tocaron fondo con la reciente crisis financiera mundial.

De tal suerte, en la actualidad observamos el inusitado aparecimiento de estos programas de concienciación para reducir nuestro consumo, cuidar los recursos no renovables y retomar un estilo de vida de relación armónica con el Universo, principalmente con el medio ambiente, como única alternativa de asegurar no sólo el ulterior desarrollo del ser sino la supervivencia misma de la humanidad.

Ha sido necesario un punto de inflexión severo en la desmedida ambición de las corporaciones tanto como de las nuestras para retomar aquellas palabras enunciadas en el ya distante año de 1855 por el jefe indio Seattle, Gran Jefe de los Duwamish, dirigidas al 14avo presidente de los USA, Franklin Pierce, que entre otras, decían:

De una cosa estamos bien seguros. La tierra no pertenece al hombre, es el hombre el que pertenece a la tierra. Todo va enlazado, el hombre no tejió la trama de la vida; él es solo un hilo.

Lo que hace con la trama, se lo hace a sí mismo. Ni siquiera el hombre blanco, cuyo Dios pasea y habla con él de amigo a amigo, queda exento del destino común. Después de todo quizás seamos hermanos. Ya veremos.

De tal suerte, quizá no sea...

(fragmento de: Mercadotecnia, la D roja del desarrollo, disponible a través de Amazon).