jueves, 15 de agosto de 2013

20 - Potencialmente, comunicador.

De tal, iniciamos revisando que todo estímulo al que el ser humano se expone es potencialmente comunicador de algo, y en consecuencia, potencialmente productor de algo. Sean sentimientos, recuerdos o acciones.

Desde los estímulos visuales: cuando observamos los verdes volcanes o el mar extendiéndose hasta el infinito que nos incitan a viajar, recordar o soñar; o auditivos, como el trinar de los pájaros en el bosque cuando el viento ulula. Olfativos, cuando pasamos frente al restaurante y percibimos el aroma de los ajos friéndose en el aceite de oliva junto a la albahaca y se nos despierta el apetito o simplemente sentimos el agradable calor que los leños ardiendo en la chimenea esparcen en la intimidad y que nos incitan a degustar una taza de espumeante chocolate caliente.

 Potencialmente: comunicador. Sí, todo estímulo es potencialmente comunicación, pues en caso de pasar desapercibido, como lo sería el caso del joven que presta más atención a su Ipad que a las montañas tras las ventanas del ferrocarril, tales montañas, tal estímulo visual, no habrá logrado comunicar y mucho menos producir sentimiento, recuerdo o acción alguno en el joven. Si dicho estímulo falla en llamar la atención del individuo, dejará de ser estímulo, por completo, para ser algo que incluso puede pensarse que nunca ha existido. Como suele suceder cuando preguntamos: ¿viste eso? Y quien nos acompaña responde. ¿Qué? ¡No, para nada!

FRAGMENTO DE MI PRÓXIMO LIBRO 



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