viernes, 8 de febrero de 2013

5- La ropa: valor agregado y clientes

El negocio de ropa puede iniciar, siendo un tanto poético, desde la siembra de algodones especiales para la fabricación de telas. Sí, así de lejos.

Un agricultor puede presumir en determinado momento con ser el proveedor de algodón para una importante fábrica de telas. Al igual que un fabricante de telas puede presumir de la calidad de los algodones que utiliza para fabricarlas. El algodón egipcio, de fibra larga, es reconocido dentro de la industria textilera. De igual manera, ser proveedor de telas para importantes marcas de ropa puede ser un negocio muy competitivo y anhelado.

Así, las textileras que proveen a Levi´s, Pierre Cardin, Guess, Columbia y otras importantes marcas de ropa, seguramente gozan de mucho prestigio. Pero como de todo hay en el mercado, también habrán textileras que surten a otras pequeñas empresas de confección cuyas marcas de ropa vienen resultando ambiguas, es decir, sin prestigio alguno, tal como Charly Morenito, Pescadito Azul o similares. Y de igual manera sucede con botones, etiquetas, bolsas y cajas para empaque, flashers o etiquetas de cartón y demás, los cuales se comercian entre fabricantes. En el mercado de negocios o industrial, como se le llama.

Retomando, es entonces como fábrica o taller de confección que reconocemos verdaderamente la industria de ropa. Lo anterior, como señalé, es algo poético, aunque no totalmente excluyente. Entonces, si el negocio lo vemos como un fabricante de ropa o taller de confección, nuestros clientes pueden ser boutiques, almacenes y tiendas de ropa; pero también hospitales, escuelas y fábricas, quienes necesitan uniformes; y entonces, entran también en juego la policía nacional y el ejército, entre otros. Y desde una perspectiva indiscriminada, todo aquel que camine vestido por la calle. Aunque en entregas posteriores veremos que no es tan así.

La ropa, desde la perspectiva de la confección, es un producto al cual se le añade valor en términos de moda, durabilidad de la tela, botones e hilos así como de corte, costura, talle y presencia, todo lo cual finalmente debe brindar SATISFACCIÓN al usuario final. El fabricante entonces debe tener en mente, siempre, siempre, al consumidor final. Quien en última instancia demandará o comprará el producto, si y sólo si le satisface, en las diversas tiendas que el fabricante provea o surta.

Le agrega la boutique o el almacén algún valor a la ropa que le compra al fabricante? Lo veremos en una próxima entrada. Por ahora, entreténganse pensando al respecto. Comentarios ya sé que no me proporcionan, pero bueno. Con que compartan con sus amigos y conocidos éste me es suficiente. Ya alguno se atreverá y le daremos más sabor. Hasta pronto. Quizá el lunes. O quizá antes. Saludos.

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